12.04.2003

"Otra vez, otro instante"

Alberto Hernández sobre Juan Sánchez Peláez, en El Meollo:



"III

En sus “Signos primarios”, segunda parte de Rasgos comunes, Juan Sánchez abre la posibilidad de descubrirse en la soledad de la casa. “Entre tu imagen y el horizonte, águila en el hombro de ningún centinela, ella se deja estar”. Cierto, detrás está el mundo, el que ha dejado el poeta con su muerte o, mejor, con su silenciosa retirada “Indócil en ocasiones a tu amor…”.
Más adelante, entre el polvo del tránsito eterno, el poeta suelta: “De nadie es mi sombra. Tuyo y de nadie es el camino/ abierto.// De nadie es mi luz: se encorva en mis bolsillos como una/ sombra más, la nada es común del girasol”.

Como leo bajo la lluvia y mi árbol personal cae cimbrado sobre la ventana, tengo al poeta preso en la nostalgia, en la causa de su lejanía. Lo leo en voz alta para la sordera del mundo: “Nadie me ve estos ojos, los desesperados ojos como cosas/ escritas en sueño. Nadie me ve sentado en una silla de oro/ tocando el universo simplemente con la marea que roza/ labio a labio mientras afino mi flauta con la ley de los/ pájaros”.
Uno de ellos se acerca, estride mi mañana, la rompe, me quita la mañana, se desquita para acercarse a Juan Liscano: “Tienes nombre propio si excavas dentro de ti y rechazas/ el miedo a morir y aceptas el verbo que/ conduce al silencio…”
Palabra más palabra, poema. La muerte y lo que queda, estos textos, esta desolación desde mi biblioteca, desde la ventana abierta que me descubre frente al cielo lluvioso.

Juan Sánchez Peláez quieto, ojos de salto de agua, animal de costumbre cuyos rasgos son tan comunes como su eternidad."

Alberto Hernández 1/12/2003

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