3.31.2004

Vuelve a pasar la realidad

Francisco Pérez Perdomo


Nada perdura.
Todo cambia, eso es todo.
En este cuarto oscuro,
en la soledad
y entre las sombras,
irremisiblemente sufrimos
por los años que pasan.
El presente es sólo un celaje,
nada más.
En el vacío de esta tierra,
hoy somos apenas los antiguos
y desaparecidos visitantes.
Recorrer uno a uno los lugares
que en épocas tan lejanas
nos fueron entrañables y aquí
de nuevo volvemos a encontrar,
es mirarnos a nosotros mismos
y añorar con nostalgia nuestro
propio pasado. Todo pierde
su sentido si no resuena adentro
de nosotros. Somos recurrentes.
Revocamos el tiempo
y regresamos. Con pasos callados
vuelve el otro
que éramos entonces,
un extraño de sí mismo
y se pone a repetir
las viejas calles. En una
de ellas, la radiante mujer
rodeada por los sueños,
se despereza lentamente
por escasos momentos
bajo el dintel
de la puerta de su casa.
Detenernos y mirarla sin fin,
permanecer allí absortos
y a la vez alelados
hasta más allá de la muerte,
eso hubiéramos querido ahora,
aquí y para siempre.
Pero ya no somos los mismos.
Somos ese espectro lacerado
que camina de un extremo
al otro y cuyos pasos
arrastran las corrientes
del polvo y de la sangre.
Grave y ciega, de espaldas
a nosotros y sin detenerse,
vuelve a pasar la realidad.


(Francisco Pérez Perdomo, La casa de la noche, Caracas: Edición de autor, 2001)

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