9.01.2019

A Victoria de Stefano / Ednodio Quintero

To Victoria de Stefano

                                   [Photo: Vasco Szinetar]

Reading Victoria de Stefano is a privilege, an aesthetic experience, a delight for the senses. Ever since I discovered her opera magna, Historias de la marcha a pie (1997), I haven’t stopped frequenting the pages of our writer like a swimmer who heads into deeper waters. And if I had to find a couple adjectives to define Victoria’s writing, density and intensity would work. Her prose, referring to just one aspect of the qualities of a unique, original work that flies high, possesses a frenetic rhythm and an astonishing conceptual wealth, possesses allure, fluidity, linguistic complexities and allows itself to be read with the joy we tend to feel when revisiting classics.

Victoria de Stefano is born in 1940 in Rimini, Italy, and her mother tongue is obviously Italian. Thrown into exile at the end of the war, she lands in Caracas at age six and according to her own testimony she “forgets” her first tongue and acquires the sweet and melodic speech of caraqueños. Ever since she was a girl she writes in Spanish, a “borrowed” language.

In Idea of Prose, Giorgio Agamben, citing Paul Celan when he affirms, “Truth can only be spoken in the mother tongue,” proposes a fascinating topic regarding the acquisition and use of language, particularly in cases of bilingualism. Following Celan, my hypothesis is that Victoria conserves in some place of her memory the sonority and enchantment of her mother tongue, and this in turn flowers joyously for our delight in her writing’s splendor.


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A Victoria de Stefano

Leer a Victoria de Stefano es un privilegio, una experiencia estética, un goce de los sentidos. Desde que descubrí su opera magna, Historias de la marcha a pie (1997), no he dejado de frecuentar las páginas de nuestra escritora como un nadador que se adentra en aguas profundas. Pues si hubiera que buscar un adjetivo, o dos, para definir la escritura de Victoria, nos bastaría con densidad e intensidad. Su prosa, para referirnos apenas a un aspecto de las cualidades de una escritura única, original y de alto vuelo, posee un ritmo trepidante y una asombrosa riqueza conceptual, posee hechizo, fluidez, complejidades lingüísticas y se deja leer con la alegría con que solemos revisitar a los clásicos.

Victoria de Stefano nace en 1940 en Rímini, Italia, y su lengua materna es obviamente el italiano. Aventada al exilio luego del final de la guerra, a los seis años recala en Caracas y según su propio testimonio “olvida” su lengua originaria y adquiere el dulce y melodioso hablar de los caraqueños. Desde niña escribe en español, un idioma “prestado”.

En Idea de la prosa, Giorgio Agamben, citando a Paul Celan cuando afirma “Solo en la lengua materna puede decirse la verdad”, plantea un tema fascinante acerca de la adquisición y uso del lenguaje, en particular en los casos de bilingüismo. Siguiendo a Celan, mi hipótesis es que Victoria conserva en algún lugar de su memoria la sonoridad y el encanto de su lengua materna, y esta para nuestro deleite aflora gozosa en el esplendor de su escritura.

{ Ednodio Quintero, Papel Literario, El Nacional, 1 September 2019 }

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